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jueves, 2 de septiembre de 2010

estado fisico de un jugador


Es muy fácil hablar del estado físico de los jugadores y caer en la demagogia. Intentaré no hacerlo. Ustedes juzgarán si lo consigo.

El pasado viernes, la plantilla del Madrid tuvo la primera prueba física de la pretemporada. Tenían que recorrer tres kilómetros. Y tenían que hacerlo en un tiempo preestablecido: doce minutos.

Cuando estaba en 3º B.U.P., con el cuerpo a medio formar, los testículos sobredimensionados y la barba por asomar, nos hacían practicar la prueba de Cooper. Consistía en correr durante doce minutos y medir la distancia que se recorría. Como en todas las clases, también en la mía habían los rápidos, los lentos y los torpes. Yo pertenecía a esta última especie. Es más, sigo haciéndolo. Sólo que para evitar demostrarlo, comencé a correr tres ratos a la semana. Pues en aquel momento, con musculatura de niño y condiciones de anciano, hice 3200 metros en esos doce minutos. Yo no era una excepción, todos los niños hacían marcas entre los 2800 y los 3500 metros.

El pasado viernes, el Madrid hizo la prueba. Sólo cuatro jugadores consiguieron llegar a los 3000 metros. Uno siempre piensa en que deben ser alguno de los superdotados, gente nacida para romper marcas. Pero los que lo hicieron fueron Raúl Bravo y Arbeloa, Baptista y Jonathan Woodgate. El pobre cojo inglés llegó mucho antes que los superdotados. Alguno de esos superdotados casi no llega. Al llegar, Antonio Cassano desplomó su 1,75 y 86 kilos sobre la pista. Eran seis más que los que pesaba hace un año en la Roma.

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